Racialización, racialismo o racismo… y discriminación racial!
El 3 de agosto de 1492, salieron desde el Puerto de Palos, La Niña, La Pinta y La Santa María, las tres carabelas que llegaron, bajo el mando de Cristóbal Colón, a la Isla San Salvador, hoy Guanahani en Islas Bahamas y por extensión a América.
En Chile y bajo la Ley Nº 3810 del 24 de noviembre de 1921, firmada por el Presidente Arturo Alessandri, se declara como feriado el 12 de octubre, arguyendo, que se hacía para “celebrar” el descubrimiento de América, también conocido como el “Día de la Raza”.
En la proclamación de estos argumentos hay mucho que observar. Para algunos, teniendo en cuenta que América existía, el arribo de los españoles si bien da cuenta de un encuentro entre dos culturas que no se conocían entre ellas, imposible es señalar que este territorio comenzó a existir aquel día hace ya 528 años, pero probablemente su historia habría sido otra muy distinta si ese arribo no se hubiera producido.
Ese mismo día se fusionaron dos mundos que muy poco tenían en común y cuando hablamos de muy poco es que solo les unía su condición de seres humanos que vivían en el mismo planeta. ¿Por qué llamarle el Día de la Raza?, con esa misma motivación revisamos aquel término junto a otros que se le asocian.
Desde su nacimiento en el siglo XVIII, la antropología física se centró en el estudio de los restos de esqueletos humanos. Su objetivo era observar los fenómenos evolutivos y la variabilidad filogenética. En la medida que descubrían nuevas geografías, territorios y poblaciones, a los europeos se les ocurrió clasificar a los seres humanos según a sus rasgos y en ese ordenamiento terminaron racializar a la especie humana. De tal modo, racialización aparece como la compleja práctica de “producir” razas.
Ya sea por dolo, inocencia o por el arbitrario acto de establecer diferenciaciones o tipologías más o menos duraderas y más o menos consensuadas, que homogenizan a los grupos considerados similares, mientras que heterogeneizan a los que se considera distintos, las razas fueron creadas. En ese entendido debemos ver que su producción es necesariamente relacional, es decir, para que exista un grupo racial, ya sea en términos biológicos o culturales, debe producirse “su otro”. Quizás la forma más sencilla de decirlo es la siguiente: el blanco solo llega a serlo en presencia física, simbólica e imaginada en contraste con el no blanco.
Ahora bien, la fijación del sentido de la racialización se acompaña de tendencias y asociaciones. Lo no blanco es asociado con lo atávico, lo natural, la incontinencia apasionada y voluptuosa o lo hiper sexualizado, a la vez que cogeneran su antítesis, significando lo blanco como lo civilizado, frío, lo racional y la encarnación misma de la virtud moral y corporal.
El racialismo en otras palabras es una muy peculiar manera de dar significado a la biodiversidad y socio diversidad humana. Homogeniza a los grupos hacia su interior y los heterogeniza hacia el exterior. Por ejemplo, un afrodescendiente es percibido como similar racialmente a otro afrodescendiente y distinto racialmente a un no afrodescendiente.
Del racialismo al racismo todo era parte de un mismo proceso, que reconoce primero lo que es distinto y después, se atreve a definir qué está sobre qué, qué es mejor o peor, basado en criterios de factibilidad, de experiencias o de desagrado, rechazo y potencial inferiorización que algunos integrantes de un grupo sienten con relación a miembros de otro grupo. Es por eso que el término racialismo ha sido totalmente utilizado como un sinónimo de racismo o de discriminación racial.
Desde el racismo se avanzó hacia el proceso de otorgamiento de derechos a unos grupos por sobre otros, fenómeno que prospera históricamente entre la arrogancia de unos y la condescendencia cómplice o sumisa de otros. Toda una estructura discriminatoria erigida sobre la base de una falacia inexistente y artificialmente creada.
Es por eso que en un año como este, no será inusual que el 12 de octubre ondeen las banderas chilenas y los estandartes de los pueblos originarios, que se hagan conmemoraciones y manifestaciones, hasta donde esto sea responsable y razonablemente posible. Es una fecha de reivindicación de los oprimidos, donde las minorías se sienten representadas.
No cabe duda que el 12 de octubre sigue siendo la expresión de dos visiones históricas que aún están en disputa y que su mejor respuesta para reivindicar una memoria acallada es una nunca tardía re-significación. Más que una fecha para celebrar, recuerda una lección de historia sobre el pasado y una premonición de lo que puede ser el futuro de los pueblos.
Al disfrutar del asueto de este día, es importante saber si aceptamos la categoría raza como causa de la racialidad o como el efecto de la misma, no vaya a ser que terminemos comulgando con la tesis que percibe a las razas como un principio explicativo en sí mismo y no como el efecto de una clasificación tan innecesaria como artificial.
Finalmente, no nos engañemos ¡se llama diversidad! y es una condición inherente al ser humano, que de alguna forma viene a demostrar lo importante que son los otros que no son como nosotros, descubriendo ante nuestros ojos la oportunidad de brindarles y brindarnos, todo lo que somos, en un genuino acto de solidaridad e inclusión.
¿Para qué homogeneizar lo que es felizmente diverso? Si los españoles no hubieran llegado a América, de igual forma estaríamos hablando de diversidad e integración.